Hace mucho tiempo en la inhóspita blogosfera una panda de frikis creó Sospechosos Habituales. Desde aquel fatídico día nadie está libre de sospecha. No trates de disimular, si vienes mucho por aquí tu también serás un... Sospechoso Habitual
Relato: La puerta de Phobos (II)
¡Saludos!
Aquí os dejo la seguna parte de La puerta de Phobos. La primera parte la encontraréis en el siguiente link Relato: La puerta de Phobos (I)
-Varias semanas más tarde, el propio profesor Fanswirch fue capaz de atravesar la tercera puerta y encender las dos antorchas siguientes. Entonces observaron la cuarta inscripción: “Vida”. A partir de allí, ninguno de los miembros de la expedición halló el modo de seguir avanzando. Durante meses, el profesor elaboró una teoría. Según él, sólo aquél capaz, algún tipo de “elegido”, podría atravesar cada una de las puertas y hacerlas accesibles al resto. El problema era: ¿existía tal persona?-
-El tiempo pasó, y no se descubrió nada nuevo. La subvención para la expedición se terminó, y empezaron los preparativos para marcharse. Cuando sólo quedaban unos pocos miembros de la expedición recogiendo el campamento, llegó él, “el hombre misterioso”, vestido con una túnica gris muy desgastada. Sin decir nada, cogió una antorcha del suelo y la encendió. Acto seguido, empezó a avanzar hacia el interior del templo. Entre risas, los expedicionarios restantes le avisaron de las peculiaridades del templo, pero el individuo siguió adelante. Se quedó quieto durante unos instantes ante la cuarta puerta, pensativo, y para sorpresa de todos, hizo un paso adelante. Encendió las dos antorchas siguientes y continuó hasta la siguiente puerta. Cuando ya hubo atravesado cinco puertas más, los miembros restantes de la expedición reaccionaron. Unos salieron en busca del resto de la expedición que esperaba fuera, mientras el resto corrían para alcanzar al misterioso viajero.-
-Una vez estuvieron fuera, el resto del grupo les dijo que no había entrado nadie, a menos por aquella entrada. En cuanto se enteraron de la hazaña de aquel hombre misterioso, volvieron a toda prisa hacia el interior del templo. Un dato curioso es que incluso el profesor Fanswirch, de sesenta y siete años de edad, cruzó corriendo el pasillo de treinta kilómetros. Cuando al fin llegaron al templo, el otro grupo se encontraba ya más de dos kilómetros y quinientas doce puertas más adentro. En reunirse con el otro grupo, éstos les explicaron que aquella persona todavía no había dicho una sola palabra, y que llevaba dos horas haciendo lo mismo. En llegar ante una puerta, se paraba un momento, para finalmente avanzar y encender las antorchas. Después, repetía el proceso con la siguiente puerta.–
El profesor paró un momento para permitir descansar a su reseca garganta. Mientras bebía de un vaso de su mesa, la clase esperaba con impaciencia el desenlace de la historia, con el cuerpo tenso.
-A partir de este punto, las únicas informaciones disponibles de lo sucedido provienen de la declaración escrita del único superviviente de la expedición. Parece ser que se trataba de un joven asistente. Tal y como iba diciendo, durante largas horas, el grupo continuó avanzando tras el misterioso “viajero”. La única diferencia era que cada vez permanecía quieto durante algo más de tiempo a medida que se encontraba ante nuevas puertas, como si cada vez le fuera más difícil avanzar. Mientras todos contemplaban con fascinación la oscura silueta que sujetaba una antorcha con la mano derecha, el profesor fue apuntando las inscripciones en su cuaderno personal.-
-Finalmente, la comitiva llegó a lo que parecía ser la última puerta. Ésta se diferenciaba del resto porque tenía únicamente tres metros de ancho por cuatro de alto. La puerta en sí eran dos columnas que acababan uniéndose, formando un arco gótico. Tanto las medidas como el estilo eran totalmente distintos al resto del templo, y más allá de la puerta sólo había oscuridad. Ni siquiera podía distinguirse el suelo a dos pasos. Rápidamente, todos miraron el suelo, en busca de la inscripción del techo: “Realidad”.-
Uno de los alumnos no pudo contenerse más y soltó una pregunta.
-¿Realidad?-
El profesor miró al que le había hecho la pregunta, pero parecía perdido en sus pensamientos.
-Sí, “Realidad”. Aquel “viajero” se encontraba, según parece, ante la puerta de la realidad.- Se detuvo un momento como si estuviera sopesando el significado de lo que acababa de decir. –Durante un largo rato, estuve plantado ante ella, sin moverse un sólo milímetro. Mientras las horas pasaban, el entusiasmo del grupo fue disminuyendo, hasta el punto de llegar a creer que el “viajero” había muerto de pie. Parecía que ese hombre permanecería en esa posición eternamente. Así pasó un día entero, sin abandonar su posición. El grupo decidió montar de nuevo el campamento, y esperar durante algún tiempo para ver si aquella persona era realmente capaz de cruzar la última puerta. Mientras esperaban, catalogaron de nuevo todo el templo, tomando numerosas notas de todos los detalles. También decidieron que siempre habría alguien vigilando la última puerta, por si se producía algún cambio. Según los testimonios escritos, pasaron cinco o seis días, hasta que la misteriosa persona decidió actuar.-
-El grupo dormía mientras el joven asistente hacía su guardia, cuando el “viajero” dio señales de vida de nuevo. Primero, dejó caer al suelo la antorcha que sostenía desde hace días. Luego, se giró y dijo al joven asistente que tenían que marcharse de inmediato. Finalmente, exhaló profundamente i desapareció tras el muro de oscuridad de la puerta. El joven, asustado, fue a buscar al resto, los despertó y les explicó lo sucedido. Todos volvieron corriendo a la última puerta, pero no pudieron cruzarla. Aparte de la antorcha que había en el suelo, ya apagada, no había ningún rastro del “viajero”. Los minutos pasaban y todos se impacientaban. Empezaron a interrogar cada vez más violentamente al joven vigilante, hasta que un temblor sacudió el templo entero. Entonces, una luz blanca empezó brillar a unos diez metros de la puerta, revelando la silueta del viajero sentado en el suelo. Antes de que ninguno pudiera reaccionar, el terremoto empezó a destruir el templo, y todo el grupo huyó de aquel lugar como pudo. De los quince integrantes del grupo, sólo tres alcanzaron la salida, y uno de ellos murió poco después a causa de una herida recibida durante la huída. Los supervivientes regresaron y fueron interrogados y visitados por numerosos especialistas, y todos ellos dieron el mismo resultado: amnesia postraumática o desórdenes emocionales. La historia fue considerada como una alucinación, i el caso se archivó. En cuanto a las notas del profesor Fanswirch, quedaron sepultadas en el interior del templo. Sólo se conservan sus notas previas a la llegada del supuesto “viajero”, que ya habían sido enviadas por correo cuando aún recogían el campamento.-
El profesor hizo una profunda inspiración y se sentó, señal de que la historia había concluido. Instantes después, un ejército de brazos y manos alzados le indicaron que los alumnos tenían preguntas pendientes. Antes siquiera de poder señalar a ninguno, sonó el estridente timbre indicando el final de la clase.
-Lo lamento mucho, señores, pero sus preguntas deberán esperar hasta la próxima clase. Que tengan una buena tarde.- De mala gana, los alumnos fueron saliendo del aula, dejando eventualmente solo al profesor. Lo único que no les había dicho es que él mismo era el “joven asistente” que, cincuenta años antes, había vivido el misterioso suceso de las puertas del templo de Phobos.
También él tenía muchas preguntas. Preguntas que le gustaría haber hecho a aquél misterioso “viajero”. Preguntas que llevaban toda su vida resonando en su cabeza, atormentándolo. Sin embargo, entre todas estas preguntas, había una especial. De hecho, habría dado cualquier cosa por encontrarse de nuevo con aquella persona y plantearle una simple cuestión: ¿Qué hay más allá de la realidad?
Aquí os dejo la seguna parte de La puerta de Phobos. La primera parte la encontraréis en el siguiente link Relato: La puerta de Phobos (I)
-Varias semanas más tarde, el propio profesor Fanswirch fue capaz de atravesar la tercera puerta y encender las dos antorchas siguientes. Entonces observaron la cuarta inscripción: “Vida”. A partir de allí, ninguno de los miembros de la expedición halló el modo de seguir avanzando. Durante meses, el profesor elaboró una teoría. Según él, sólo aquél capaz, algún tipo de “elegido”, podría atravesar cada una de las puertas y hacerlas accesibles al resto. El problema era: ¿existía tal persona?-
-El tiempo pasó, y no se descubrió nada nuevo. La subvención para la expedición se terminó, y empezaron los preparativos para marcharse. Cuando sólo quedaban unos pocos miembros de la expedición recogiendo el campamento, llegó él, “el hombre misterioso”, vestido con una túnica gris muy desgastada. Sin decir nada, cogió una antorcha del suelo y la encendió. Acto seguido, empezó a avanzar hacia el interior del templo. Entre risas, los expedicionarios restantes le avisaron de las peculiaridades del templo, pero el individuo siguió adelante. Se quedó quieto durante unos instantes ante la cuarta puerta, pensativo, y para sorpresa de todos, hizo un paso adelante. Encendió las dos antorchas siguientes y continuó hasta la siguiente puerta. Cuando ya hubo atravesado cinco puertas más, los miembros restantes de la expedición reaccionaron. Unos salieron en busca del resto de la expedición que esperaba fuera, mientras el resto corrían para alcanzar al misterioso viajero.-
-Una vez estuvieron fuera, el resto del grupo les dijo que no había entrado nadie, a menos por aquella entrada. En cuanto se enteraron de la hazaña de aquel hombre misterioso, volvieron a toda prisa hacia el interior del templo. Un dato curioso es que incluso el profesor Fanswirch, de sesenta y siete años de edad, cruzó corriendo el pasillo de treinta kilómetros. Cuando al fin llegaron al templo, el otro grupo se encontraba ya más de dos kilómetros y quinientas doce puertas más adentro. En reunirse con el otro grupo, éstos les explicaron que aquella persona todavía no había dicho una sola palabra, y que llevaba dos horas haciendo lo mismo. En llegar ante una puerta, se paraba un momento, para finalmente avanzar y encender las antorchas. Después, repetía el proceso con la siguiente puerta.–
El profesor paró un momento para permitir descansar a su reseca garganta. Mientras bebía de un vaso de su mesa, la clase esperaba con impaciencia el desenlace de la historia, con el cuerpo tenso.
-A partir de este punto, las únicas informaciones disponibles de lo sucedido provienen de la declaración escrita del único superviviente de la expedición. Parece ser que se trataba de un joven asistente. Tal y como iba diciendo, durante largas horas, el grupo continuó avanzando tras el misterioso “viajero”. La única diferencia era que cada vez permanecía quieto durante algo más de tiempo a medida que se encontraba ante nuevas puertas, como si cada vez le fuera más difícil avanzar. Mientras todos contemplaban con fascinación la oscura silueta que sujetaba una antorcha con la mano derecha, el profesor fue apuntando las inscripciones en su cuaderno personal.-
-Finalmente, la comitiva llegó a lo que parecía ser la última puerta. Ésta se diferenciaba del resto porque tenía únicamente tres metros de ancho por cuatro de alto. La puerta en sí eran dos columnas que acababan uniéndose, formando un arco gótico. Tanto las medidas como el estilo eran totalmente distintos al resto del templo, y más allá de la puerta sólo había oscuridad. Ni siquiera podía distinguirse el suelo a dos pasos. Rápidamente, todos miraron el suelo, en busca de la inscripción del techo: “Realidad”.-
Uno de los alumnos no pudo contenerse más y soltó una pregunta.
-¿Realidad?-
El profesor miró al que le había hecho la pregunta, pero parecía perdido en sus pensamientos.
-Sí, “Realidad”. Aquel “viajero” se encontraba, según parece, ante la puerta de la realidad.- Se detuvo un momento como si estuviera sopesando el significado de lo que acababa de decir. –Durante un largo rato, estuve plantado ante ella, sin moverse un sólo milímetro. Mientras las horas pasaban, el entusiasmo del grupo fue disminuyendo, hasta el punto de llegar a creer que el “viajero” había muerto de pie. Parecía que ese hombre permanecería en esa posición eternamente. Así pasó un día entero, sin abandonar su posición. El grupo decidió montar de nuevo el campamento, y esperar durante algún tiempo para ver si aquella persona era realmente capaz de cruzar la última puerta. Mientras esperaban, catalogaron de nuevo todo el templo, tomando numerosas notas de todos los detalles. También decidieron que siempre habría alguien vigilando la última puerta, por si se producía algún cambio. Según los testimonios escritos, pasaron cinco o seis días, hasta que la misteriosa persona decidió actuar.-
-El grupo dormía mientras el joven asistente hacía su guardia, cuando el “viajero” dio señales de vida de nuevo. Primero, dejó caer al suelo la antorcha que sostenía desde hace días. Luego, se giró y dijo al joven asistente que tenían que marcharse de inmediato. Finalmente, exhaló profundamente i desapareció tras el muro de oscuridad de la puerta. El joven, asustado, fue a buscar al resto, los despertó y les explicó lo sucedido. Todos volvieron corriendo a la última puerta, pero no pudieron cruzarla. Aparte de la antorcha que había en el suelo, ya apagada, no había ningún rastro del “viajero”. Los minutos pasaban y todos se impacientaban. Empezaron a interrogar cada vez más violentamente al joven vigilante, hasta que un temblor sacudió el templo entero. Entonces, una luz blanca empezó brillar a unos diez metros de la puerta, revelando la silueta del viajero sentado en el suelo. Antes de que ninguno pudiera reaccionar, el terremoto empezó a destruir el templo, y todo el grupo huyó de aquel lugar como pudo. De los quince integrantes del grupo, sólo tres alcanzaron la salida, y uno de ellos murió poco después a causa de una herida recibida durante la huída. Los supervivientes regresaron y fueron interrogados y visitados por numerosos especialistas, y todos ellos dieron el mismo resultado: amnesia postraumática o desórdenes emocionales. La historia fue considerada como una alucinación, i el caso se archivó. En cuanto a las notas del profesor Fanswirch, quedaron sepultadas en el interior del templo. Sólo se conservan sus notas previas a la llegada del supuesto “viajero”, que ya habían sido enviadas por correo cuando aún recogían el campamento.-
El profesor hizo una profunda inspiración y se sentó, señal de que la historia había concluido. Instantes después, un ejército de brazos y manos alzados le indicaron que los alumnos tenían preguntas pendientes. Antes siquiera de poder señalar a ninguno, sonó el estridente timbre indicando el final de la clase.
-Lo lamento mucho, señores, pero sus preguntas deberán esperar hasta la próxima clase. Que tengan una buena tarde.- De mala gana, los alumnos fueron saliendo del aula, dejando eventualmente solo al profesor. Lo único que no les había dicho es que él mismo era el “joven asistente” que, cincuenta años antes, había vivido el misterioso suceso de las puertas del templo de Phobos.
También él tenía muchas preguntas. Preguntas que le gustaría haber hecho a aquél misterioso “viajero”. Preguntas que llevaban toda su vida resonando en su cabeza, atormentándolo. Sin embargo, entre todas estas preguntas, había una especial. De hecho, habría dado cualquier cosa por encontrarse de nuevo con aquella persona y plantearle una simple cuestión: ¿Qué hay más allá de la realidad?
If you follow, you will see what’s beyond reality.
Pues hasta aquí el relato. Espero que os haya gustado. Para sugerencias, comentarios o cacahuetes, usad los comentarios del blog.
¡Un cordial saludo!
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Sospechoso: (Denúnciame)
Fichado el día 16 octubre 2005 a las: 16:26
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Me gusta la frase del final...
¿Qué hay más allá de la realidad?Por Carlos Luna @ 18/10/05 11:18 a. m.
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Disculpad que haya tardado tanto en contestaros, pero la semana no da para todo. Muchas gracias a los dos!
En cuanto a los cacahuetes al autor, se lo daré cuando vaya a verlo al zoo... digooo... cuando le vea xDPor Unknown @ 23/10/05 1:40 p. m.