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Sospechosos Habituales

Hace mucho tiempo en la inhóspita blogosfera una panda de frikis creó Sospechosos Habituales. Desde aquel fatídico día nadie está libre de sospecha. No trates de disimular, si vienes mucho por aquí tu también serás un... Sospechoso Habitual


Stanislaw Lem, un relato (1/3)


Stanislaw Lem es uno de mis autores favoritos, recomiendo a todo el mundo la lectura de sus libros, en especial de Solaris que es un libro precioso (que fue llevado al cine y bla bla bla... no, no he visto la peli así que no puedo opinar al respecto)
Aquí os dejo un relato "breve" (en tres posts) que espero que os guste:

(...)
Trurl dijo:
—Estoy enormemente agradecido a Su Majestad el Rey Protrudino, pero yo, sabe Usted, no soy especialista en asuntos amorosos. Sin embargo —añadió bajo la mirada del magnate que pesaba sobre él como una montaña de brillantes—, explíqueme, si quiere, de qué se trata...
El poderoso personaje hizo un ademán afirmativo.
—¡La cosa es sencilla, Vuestra Gracia! El heredero del trono enamoróse de Amarandina Cibernea, única hija del soberano de Araubraria, una potencia limítrofe a la nuestra. Pero he aquí que entre los dos estados existe desde tiempos inmemoriales una enemistad muy grande y, cuando nuestro Rey y Señor, conmovido por los incesantes ruegos del príncipe, se dirigió al emperador para pedirle la mano de Amarandina para su hijo, recibió una respuesta categóricamente negativa. Desde entonces ha pasado un año y seis días. El príncipe se está consumiendo como una vela encendida y no hay modo de devolverle la salud del cuerpo ni la del alma. ¡No hay, pues, esperanza, salvo en la Preclara Persona de Vuestra Gracia!
Aquí el bizarro magnate se inclinó profundamente ante Trurl. Este se aclaró la garganta y, mirando a través de la ventana las huestes del emisario real, dijo con voz débil:
—No creo que pueda..., pero... si el rey lo desea..., yo..., naturalmente...
—¡Magnífico! —exclamó el magnate, dando unas palmadas atronadoras. Al momento penetraron en la estancia, llenándola de estruendos metálicos, doce soldados acorazados, negros como la noche, levantaron a Trurl del asiento y lo llevaron en brazos a bordo de la nave. Se dispararon veintiún cañonazos, se levantaron las rampas y la pirámide, con bandera desplegada, le elevó majestuosamente al abismo celestial.
Durante el viaje, el magnate, cuyo cargo en la corte era el de Gran Hojalatero de la Corona, contó a Trurl numerosos detalles de la historia romántica y dramática a la vez de los amores principescos.
En seguida después del aterrizaje y tras una recepción solemne y el paseo en coche descubierto por las calles de la capital, rebosantes de banderas y gentío, el constructor puso manos a la obra. Para trabajar se instaló en el esplendoroso parque del palacio real.
En el transcurso de tres semanas el Templo de Ensueños, allí ubicado, fue transformado en una construcción extravagante, llena de piezas metálicas, cables y pantallas de refracción. Era, como Trurl reveló al rey, un mujerotrón, dispositivo amatorio universal, o sea, un erotor total con retroacción. Quien se encontrara en el corazón de la máquina, conocería de golpe los encantos, voluptuosidades, seducciones, suspiros, besos y abrazos de todo el bello sexo del Cosmos a la vez. El Templo de Ensueños, convertido en mujerotrón, tenía la fuerza inicial de cuarenta megamores, siendo su rendimiento efectivo en el espectro amatorio difuso del noventa y seis por ciento, y la emisión pasional, medida, como de costumbre, en kilocupidos, era de seis unidades por cada beso teledirigido. El mujerotrón estaba equipado además con absorbedores retroactivos de locura amorosa, un reforzador en cascada abrazaderoembelesador, y un sistema automático de «primera mirada», ya que Trurl era partidario de la teoría del doctor Afrodontus, creador de la tesis del campo enamorante súbito. La magna obra disponía igualmente de todas las instalaciones auxiliares, tales como una flirteadora de altas revoluciones, un reductor de
empresas seductoras y una gama completa de carnicias y caricias.
Fuera, en una cabina acristalada, se veían unos enormes indicadores, en los que se podía observar detalladamente el transcurso de la cura desenamorante. Las estadísticas demostraban que el mujerotrón daba unos resultados positivos y duraderos en noventa y ocho casos de superfixación amorosa por cada cien. Por tanto, las posibilidades de salvar al príncipe eran enormes.
(...)


Continará...

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Sospechoso: (Denúnciame)

Fichado el día 17 febrero 2006 a las: 12:45


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